—Ven con nosotros —le dicen sus amigos—. La noche está espléndida, las calles tranquilas. Tenemos entradas el cine y hasta hemos reservado mesa en un restaurante. 


—¡Ah, no! —protesta Luder—. Yo solo salgo cuando hay un grado, aunque sea mínimo, de incertidumbre. 


La ironía lúcida con que Ribeyro explora la psicología del hombre moderno, especialmente del intelectual urbano y solitario que prefiere el riesgo del pensamiento a la comodidad de la rutina.

Explicación:

Los amigos de Luder le proponen una salida perfecta: cine, cena, calles tranquilas. Todo está planeado, sin margen de sorpresa. Pero Luder se niega: “Yo solo salgo cuando hay un grado, aunque sea mínimo, de incertidumbre.”
Con esa frase, Luder revela su rechazo a la previsibilidad. Para él, una noche sin imprevistos es una noche sin vida. Necesita la posibilidad de lo inesperado —el azar, el accidente, la conversación casual— como condición para sentir que algo ocurre.

Comentario:

Ribeyro, a través de Luder, ironiza sobre la tendencia burguesa a programar la diversión, a domesticar el ocio. La “incertidumbre” de Luder no es irresponsabilidad, sino búsqueda de autenticidad. Solo en lo imprevisible el hombre se enfrenta de verdad a sí mismo.

En el fondo, esta pequeña escena resume una ética ribeyreana: vivir es aceptar el margen de error, el temblor del azar. Quien controla todo, deja de vivir.


Incertidumbre - Dichos de Luder