La forma sin fondo
La ironía aguda con que Ribeyro cuestiona la adoración superficial del arte y la tendencia del hombre moderno a confundir la forma con la verdad.
Explicación:
Luder escucha el elogio exaltado de un escritor famoso: se celebra su ritmo, su musicalidad, su riqueza formal. Pero él, con una sola frase —“Que lo cante”—, derriba el discurso admirativo. Su respuesta sugiere que el exceso de adorno puede vaciar el sentido, y que la literatura, cuando se vuelve pura ornamentación, pierde contacto con la experiencia viva que debería inspirarla.
Comentario:
Ribeyro, a través de Luder, critica la estética del espectáculo: esa obsesión por el brillo y la armonía que olvida la sustancia. En su ironía se esconde una postura ética: el arte no debe seducir, sino revelar. La palabra, cuando se limita a sonar bien, se convierte en música hueca.
Luder nos recuerda que la literatura no está para ser cantada, sino para ser entendida; que el verdadero ritmo no nace de la forma, sino de la verdad que la sostiene.