Ribeyro gustaba desde niño del arte de narrar. A los 12 años, al igual que su hermano, Juan Antonio, llenaba cuadernos enteros de relatos dibujados. «Hacíamos nuestras propias tiras cómicas con historias complicadísimas, llenas de personajes y dibujadas escena por escena», dice Ribeyro en una entrevista de 1993. El deseo de ser escritor vino después, pues de pequeño incluso quiso ser militar, tal vez por la imagen que proyectaban los oficiales del cuartel San Martín, cerca de su casa.

El ingenio de Julio Ramón se evidencia asimismo en el invento de un juego. Creó de una mesa un campo de fútbol, con arcos y todo. «Los futbolistas eran chapitas de gaseosa o cerveza. Según el gusto, pertenecían a la U o al Alianza.

A las chapas Julio y yo las pintábamos con los colores característicos de cada equipo», me contó Juan Antonio en su casa de la quinta Leuro, quien además me dijo que a su hermano le gustaba imitar a los narradores de fútbol de la radio.

«Las llenábamos con cera y con plomo para que pesaran», añadió. Mercedes recuerda también: «Con un palito movían las chapas. Llegaron a crear equipos argentinos y brasileños. Todo el barrio venía a jugar y traían sus equipos. Fue una invención muy celebrada». Josefina agrega que Lolo Fernández (1913-1996) era una chapa gruesa llena de mucho plomo.

«Con el palito le dabas a la chapa y luego esta golpeaba a la pelota. Así se daban los pases y se hacían los goles», refiere.

Ronnie Schofield, primo hermano de Ribeyro, cuenta que trató mucho a Juan Antonio y Julio Ramón durante una década, hasta que el joven narrador viajó a Europa. Recuerda el juego del futbolín en el garaje.

—Este juego era un vicio. Pasábamos horas. Hacia las cuatro llegaban sus amigos del colegio: Reynaldo del Solar, Javier Arriseño, Alfredo Castellanos, Perucho. A mitad de la tarde teníamos una merienda, con una gran taza de té y unos panes franceses con aceitunas o queso fresco. La tía Mercedes nunca se quejó de tanta gente. Al contrario, nos servía con mucho cariño. Yo me quedaba hasta las ocho de la noche. Vivía muy cerca.




Este juego era un vicio. Pasábamos horas jugándolo.