Julio Ramón Ribeyro vivió en París en varias etapas de su vida, pero la más importante fue entre 1952 y 1973, aunque después regresaba constantemente. París de esa época no es solo un lugar, sino casi un personaje en su vida y en su obra.
El París de Ribeyro (1950s-1970s)
1. Una ciudad de posguerra en transformación
- Tras la Segunda Guerra Mundial, París estaba reconstruyéndose. Había penuria económica, barrios populares deteriorados, pensiones baratas y cafés llenos de estudiantes y artistas.
- Era una ciudad más gris, menos turística que hoy, con un aire bohemio y provinciano en algunos distritos.
2. El centro intelectual de Europa
- París era el lugar de encuentro de escritores, filósofos y artistas de todo el mundo.
- En los cafés del Barrio Latino se podía ver a Sartre, Simone de Beauvoir, Camus o Ionesco discutiendo ideas.
- Allí también se juntaban jóvenes latinoamericanos —como Vargas Llosa, Cortázar o García Márquez— que soñaban con convertirse en escritores.
3. El Barrio Latino: territorio de Ribeyro
- Ribeyro vivía en habitaciones baratas de estudiantes, con techos bajos y sin calefacción.
- Se alimentaba con lo mínimo: pan, queso, vino barato, a veces sopa en comedores estudiantiles.
- Pasaba horas en bibliotecas públicas, leyendo y escribiendo, y en los cafés, donde gastaba lo poco que tenía.
4. Ambiente cultural y político
- La década de 1960 estuvo marcada por la efervescencia política: protestas, debates existenciales, marxismo, luchas estudiantiles.
- El Mayo del 68 convirtió las calles en barricadas y le dio a la ciudad un aire de revolución permanente.
- A la vez, el cine francés (Nouvelle Vague), el jazz y la chanson llenaban los bares y cines pequeños.
5. Un París duro y entrañable para Ribeyro
- Pasó hambre, tuvo tuberculosis y conoció la soledad, pero también encontró su identidad como escritor.
- París fue su “escuela de vida”: allí escribió muchos de sus cuentos y empezó su diario La tentación del fracaso.
- Lo describía como una ciudad cruel con los pobres, pero fértil para el arte.
El París de Ribeyro era bohemio, intelectual, frío, barato, solidario y cruel a la vez. Un lugar donde un joven latinoamericano podía morir de hambre, pero también soñar con la literatura universal.