Literatura en zonas grises - Entrevista a Gonzalo Del Carpio-Bellido - Julio Ramón Ribeyro

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16.6.25

Literatura en zonas grises - Entrevista a Gonzalo Del Carpio-Bellido


Literatura en zonas grises Entrevista a Gonzalo Del Carpio-Bellido Médico radiólogo de profesión, cuentista por vocación. Gonzalo Del Carpio-Bellido es autor del libro "Neuroanatomía y otras malas decisiones" (Colmillo Blanco, 2018), una colección de relatos quirúrgicos y afilados, donde la rutina se desliza hacia lo absurdo o lo perturbador. 


Su pluma, marcada por la precisión de su oficio médico, explora con agudeza lo humano: sus fragilidades, contradicciones y deslices morales. Desde Ribeyro.com conversamos con él sobre su obra, su relación con el lenguaje y, por supuesto, el eco de Julio Ramón Ribeyro, cuentista mayor de las zonas grises del alma limeña, en su forma de narrar el mundo.

 


1. ¿Qué te motivó a escribir Neuroanatomía y otras malas decisiones? ¿Fue una necesidad creativa, catarsis médica o ambas?

 

Todas las anteriores.

 


2. Tus relatos capturan momentos en los que los personajes revelan su fragilidad o su lado menos presentable. ¿Qué te atrae de esas zonas grises del comportamiento humano?

 

Las personas somos seres esencialmente grises. Nuestros procesos mentales son producto de demasiados factores como para que tomemos decisiones correctas con regularidad. Casi siempre son motivadas por cosas nimias: miedo, envidia, orgullo, inseguridad. Y nos lamentamos luego de estar en el lugar a donde nos llevaron esas mismas decisiones. Es una constante, y me es difícil ver al ser humano de otra manera.



3. En Los gallinazos sin plumas, Ribeyro retrata la miseria desde una mirada dura pero profundamente humana. ¿Sientes algún parentesco con esa forma de observar lo cotidiano y sus zonas grises?

 

Los peruanos, y sobre todo muchos limeños, suelen permanecer en burbujas de realidad durante toda su vida. Burbujas de miseria, de donde no se puede salir, y burbujas de opulencia, de donde no se quiere. Escribir sobre una y otra realidad implica sacar la cabeza del hoyo, ver lo que no quisieras ver, y compartirlo con el lector.



4. El libro mezcla cuentos con estructuras distintas, incluso ensayísticas. ¿Cómo decides el tono o la forma de cada historia?

 

Debo confesar que en el momento de publicar mi primer libro (2018) sufrí el síndrome del escritor primerizo. Me dio por creer que todo era relevante, que todo era necesario y que todo era interesante para el lector. Mis editores me ayudaron a calmar esos delirios y encaminaron el libro hacia la temática urbana/cotidiana, pero aun así creo que el resultado fue técnicamente desordenado. Lo cual no quiere decir que no esté satisfecho con la mayoría de cuentos, algunos de los cuales tuvieron una docena de versiones previas antes de llegar a la que figura en el libro.



5. Como médico, has visto el cuerpo humano desde adentro. ¿Crees que esa mirada clínica influye en cómo entiendes y retratas lo humano en la ficción? 


Es imposible escribir y que no caiga en el papel, parte de tu personalidad, o de tu actividad diaria. Lo descriptivo me viene de mi especialidad. En lo particular, el cuento “Neuroanatomía” creo que hace gala de ese detalle anatómico, indispensable para escribir ese cuento en particular.



6. ¿Qué cuento, experiencia o momento te llevó a descubrir a Ribeyro? ¿Cómo fue ese primer encuentro con su obra o su figura?

 

A Ribeyro lo conocí en la primaria, antes de que el plan lector (una verdadera mafia, debo decir) llenara la currícula de textos vanos y mamarrachos de escribidores envarados. Todos los niños peruanos de los ochenta teníamos en la lista de útiles un tomo de “Cuentos peruanos” (la antología de Luis Yáñez), donde te acercabas no solo a Ribeyro, sino a Arguedas, Valdelomar, Congrains Martín. Del clásico de Ribeyro (no digo el cuento, pero es aquel con el que se inician muchos) me quedó la frase “Aún quedaban las piernas y el rabo del perro.” Esa figura me golpeó mucho y me acompañó semanas después de leerla. Yo quería escribir algo con ese impacto.



7. En tu trabajo diario observas estructuras internas, muchas veces invisibles para los demás. ¿Cómo influye esa experiencia en tu manera de construir personajes o narrar emociones ocultas?

 

Es un arte entrevistar a un paciente enfermo. Lo es porque casi siempre miente. Por conveniencia o por costumbre. Averiguar qué hay detrás de esa realidad alterna que las personas buscan proyectar de sí mismas, es un estímulo a la hora de contar una historia.



8. La medicina suele ser muy técnica, pero tú escribes con sensibilidad. ¿La literatura te ayuda a conservar tu empatía clínica?

 

Algunos médicos se dejan llevar mucho por su sensibilidad, y dejan de ser objetivos. Para bien o para mal, como médico me encuentro un poco del otro extremo. Me cuesta mucho dorar la píldora. Escribir me ayuda a entender un poco el drama de los pacientes, y recordar que detrás de una decisión objetiva hay personas y situaciones.


9. Ribeyro fue un gran observador de la vida urbana, de los oficios anónimos, de los márgenes. Como médico y narrador, ¿encuentras en tu entorno profesional historias que merecen ser contadas desde esa misma sensibilidad?

 

¡Los oficios anónimos! Son mis personajes favoritos para crear historias. Buscar lo extraordinario en lo aparentemente ordinario. Al conversar con desconocidos, mucha gente cultivada me ha decepcionado, y a la vez me ha sorprendido la lucidez de personas de oficios modestos.



10. Publicaste con una editorial independiente y luego llevaste tu libro a digital. ¿Cómo fue el proceso editorial? ¿Recomendarías ese camino a otros escritores?

 

Los objetivos que cada quien persigue al emprender un proyecto editorial son tan disímiles, que no me atrevo a recomendar nada a nadie.



11. Si tuvieras que recomendar uno de tus cuentos a alguien que recién empieza a leer -o que no tiene aún el hábito de la lectura-, ¿cuál elegirías y por qué?

Isidoro y los potos. No tiene mayores florituras lingüísticas, la narrativa es lineal, no hay forma de perderse, y la temática es universal.

¡Los oficios anónimos! Son mis personajes favoritos para crear historias. Buscar lo extraordinario en lo aparentemente ordinario. Al conversar con desconocidos, mucha gente cultivada me ha decepcionado, y a la vez me ha sorprendido la lucidez de personas de oficios modestos.

12. ¿Dónde podemos conseguir tu libro actualmente, tanto en formato físico como digital? ¿Tienes proyectos nuevos en camino?

 

Del primer libro imprimimos pocos ejemplares (algo de 500) y se encuentra descatalogado. Aún tengo algunos ejemplares para envío a domicilio, vía contacto directo (un wasapazo al 997068517). El PDF lo obsequio al que esté interesado, pero no tengo manera de firmarlo. Los ribeyrianos están invitados por defecto a la presentación del segundo libro, la cual anunciaré oportunamente.



13. Finalmente, si tuvieras que tomarte un café con Ribeyro -o seguirlo en una caminata por Miraflores-, ¿de qué te gustaría conversar con él? Gonzalo Del Carpio-Bellido escribe desde una frontera poco transitada: la que une el diagnóstico clínico con la observación literaria. Sus cuentos, como los de Ribeyro, no pretenden moralizar, sino exponer sin anestesia lo que late bajo la superficie. Una literatura de bisturí, sí, pero también de compasión.


No conozcas a tus héroes, dice el dicho. En ese caso hipotético, prefiero seguir conociendo al flaco por sus escritos. Además, probablemente se aburriría conversando conmigo, y no podría exponerlo a eso.


Gonzalo Del Carpio-Bellido observa la realidad con la precisión del médico y la sensibilidad del narrador. Sus cuentos diseccionan lo cotidiano sin estridencias, revelando la grieta moral, la incomodidad soterrada, el desliz mínimo que puede torcer una vida. Como Ribeyro, se interesa menos en juzgar que en mostrar, y en esa mirada sin aspavientos —a veces irónica, a veces amarga— encuentra su potencia narrativa. Leerlo es asomarse a un mundo reconocible, pero con la extrañeza de quien, por primera vez, decide mirar de verdad.



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