Marcel Proust (1871 – 1922) fue un novelista, ensayista y crítico francés cuya obra es considerada una de las más destacadas e influyentes de la literatura del siglo XX.
Proust nació en el seno de una familia acomodada. Desde niño, y debido a su asma y a su salud delicada, se convirtió en un joven hiperprotegido, lo que también le aislaría bastante del mundo a lo largo de toda su vida. Pasó muchos años recluido, sin salir, sin ver a nadie cuando murió su madre, momento en el que escribió la que fue su mejor obra: “En busca del tiempo perdido” (siete novelas publicadas entre 1913 y 1927) es una gran reflexión sobre el tiempo, la memoria, las pasiones, el arte y las relaciones humanas a través de más de dos centenares de personajes acompañados de un abanico increíble de recursos literarios como metáforas, descripciones poéticas, reflexiones filosóficas, anécdotas o discusiones.
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Era homosexual, pero de ninguna manera estaba dispuesto a que sus inclinaciones sexuales se airearan en sociedad. Visitó saunas y prostíbulos clandestinos con objeto de intimar con hombres e incluso llegó a pagar con generosidad a los jóvenes más bellos, para prácticas masoquistas.
Proust falleció en París, el 18 de noviembre de 1922, a la edad de 51 años, a causa de una bronquitis mal curada, diciendo en su última exhalación la palabra “madre”.
Su estilo inconfundible nos dejaría además otras grandes obras como “Los placeres y los días”, “La muerte de las catedrales” o “Parodias y misceláneas”.
Te dejamos con sus frases más famosas:
“El amor es una enfermedad inevitable, dolorosa y fortuita”.
“Nuestro corazón tiene edad de aquello que ama”.
“A partir de cierta edad hacemos como que no nos importan las cosas que más deseamos”.
“A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas”.
“El amor es el espacio y el tiempo medido por el corazón”.
“El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma”.
“La ambición embriaga más que la gloria”.
“La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu”.
“Los celos no son corrientemente más que una inquieta tiranía aplicada a los asuntos del amor”.
“No se cura un sufrimiento sino a condición de soportarlo plenamente”.
“Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios”.
“Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo”.
“Vale más soñar la vida propia que vivirla, aunque vivirla es también soñarla”.
“El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”.
“A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear”.
"Mientras los hombres sean libres de preguntar lo que deben, libres de decir lo que piensan, libres de pensar lo que quieran, la libertad nunca se perderá y la ciencia nunca podrá retroceder".
"Para cada enfermedad que los doctores curan con medicamentos, provocan otras diez en personas sanas inoculándolos con el virus que es mil veces más poderoso que cualquier otro microbio: la idea de que uno está enfermo".
"Desconfía del hombre que nunca llora, suele ser el más cobarde".
"Dejemos las mujeres bonitas a los hombres sin imaginación".
"Querido amigo: me he muerto casi tres veces desde esta mañana".
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