La historia banalizada y el reportaje de actualidad habían ya corroído el territorio novelesco, sea en su materia sea en sus procedimientos. La novela policial confisca en su provecho uno de los últimos baluartes de la novela literaria que es el secreto.
A propósito de secretos y sería imposible retrasar aquí el papel desempeñado por este elemento en la novela, de La Odisea hasta nuestra época, pero digamos que ha sido un elemento repetidamente usado por los novelistas. El éxito de la novela policial es haber hecho del secreto su núcleo y su razón de ser, el haberlo elevado a la tercera potencia.
El secreto a la primera potencia es aquel que el autor comunica lector, pero que ignoran el resto de los personajes. Caso clásico: Los Miserables De Víctor Hugo, el autor y El lector saben que Jean Valjean Ácido un recluso, un Presidiario, Pero los demás personajes no lo saben y gran parte de la atención y angustia Que nos produce la lectura de esta novela reside en el hecho de que Jean Valjean sea desenmascarado, cómo finalmente sucede.
Un caso análogo sucede en Crimen y Castigo de Dostoievski: el autor y el lector saben que Raskolnikov es el asesino, pero no los demás personajes. Un segundo grado en el tratamiento del secreto es cuando esté es compartido no solo por el autor y el lector, sino por varios de los personajes: todo el suspenso reside en que los demás personajes lleguen también a participar del secreto. Es misterios de París de Eugenio Sue: se sabe que la orfelina María es hija del Conde Rodolfo: la única que no lo sabe es ella, pero al final logrará descubrirlo.
La novela policial que es la forma moderna de la novela popular, populista más bien y folletinesca del siglo pasado, eleva el decreto a la tercera potencia: El secreto no lo conocen ni el lector ni los personajes, sino que lo posee solo el autor y toda la estructura de la novela policial está basada en que el lector y los demás personajes lleguen al término de la lectura a desvelar el secreto.
Fuente: Problemas del Novelista Actual (artículo de "La Caza Sutil" por Julio Ramón Ribeyro)
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