EL DÍA QUE RIBEYRO DESCUBRIO A UN DESCONOCIDO PLATINI - Julio Ramón Ribeyro

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18.11.21

EL DÍA QUE RIBEYRO DESCUBRIO A UN DESCONOCIDO PLATINI



Algunos programas deportivos de la televisión y, de tanto en tanto, varios medios escritos se han encargado de recordarnos que alguna vez la selección peruana de 1982, esa oncena de superhéroes futbolísticos con pantaloncillos apretados, venció a la poderosa Francia en el propio Parque de los Príncipes, escenario que, para más señas de relevancia, fue sede de la tercera Copa del Mundo de la historia. "Le enseñamos el fútbol a los franceses", alzaría en voz más de un peruano entusiasta de la época.


En ese seleccionado galo jugaba nada menos que Michel Platini, uno de los mejores futbolistas en la historia de Francia y dueño de una exquisita técnica que ya lo había distinguido como estrella máxima de su país en dos ocasiones (1976 y 1977). En la mañana de aquel día en que enfrentó a Perú, 28 de abril de 1982, Platini había resuelto su traspaso del Saint Etienne a la Juventus italiana, club con el que llegaría a ganar la Champions League y un sinfín de torneos nacionales y europeos.


En 1977, año en que recién había firmado su primer contrato profesional y no era ni siquiera el asomo de la leyenda en que se convertiría, el joven Michel se alistaba para jugar uno de los tantos partidos del torneo francés con la casaquilla del Nancy, un cuadro de la histórica región de Lorena que le dio la oportunidad de debutar. La situación no tendría nada de particular si no fuese porque a 281 kilómetros de allí tenía un espectador... peruano.


Por esos días Julio Ramón Ribeyro, reconocido cuentista peruano nacido en 1929 y fallecido en 1994, se recuperaba de una primera operación de cáncer pulmonar (el cual terminaría llevándolo a la tumba) y distribuía sus horas libres entre reconciliaciones con el cigarrillo e intensas horas de fútbol por televisión. Así encontró a Platini; cuando Platini aún no era Platini.


Esa tarde Ribeyro observó con cierta atención el encuentro, tomó su diario y, con fecha del 24 de abril de 1977, atinó a escribir las siguientes reflexiones: 

"Mis cuarenta años de aficionado al fútbol me hacen apreciar y comprender este deporte con toda la agudeza de la experiencia. Por eso los jóvenes o improvisados locutores deportivos franceses me irritan por su ignorancia (...) Desde que un jugador toca la pelota y hace un pase puedo darme cuenta de si es un buen jugador. De eso puedo vanagloriarme sin vergüenza pues no tiene ningún mérito, simple cuestión de oportunidad. No sólo he visto miles de partidos sino que los he jugado. Así, en la TV he descubierto al fin de un jugador francés de verdadero talento: Platini. Apenas recibe la pelota ya su mirada ha abarcado todo el terreno, ha visto dónde están los adversarios y dónde los partidarios mejor colocados, por dónde conviene avanzar y a quién entregar el esférico (...) Ello unido a una contextura física ideal, una fulminante fuerza en los disparos, un dribbling imprevisible, una serenidad absoluta y una elegancia de ejecución hacen de él un fenómeno y de su contemplación un verdadero gozo".


En 1994, dos años después de una desastrosa Eurocopa como técnico de Francia, Michel Platini decidió abandonar los terrenos de juego para abocarse únicamente a actividades dirigenciales. Así le puso fin a un andar legendario en el balompié e inició una oscura etapa tras un escritorio. Y aunque lo ignoraba, en el otro lado del mundo su descubridor también decía adiós. Eso sí, él no abandonó el olor de la grama ni una oculta satisfacción personal: "le enseñamos el fútbol a los franceses".


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