“… Monsieur Baruch se puso de pie, pero en realidad seguía tendido. Gritó, pero sólo mostró los dientes, levantó un brazo, pero sólo consiguió abrir la mano.”
NADA QUE HACER MONSIEUR BARUCH
Nada que hacer, Monsieur Baruch. Y otros relatos. Comentarios y reseña de los relatos de Julio Ramón Ribeyro. Del cuento Nada que Hacer, Monsieur Baruch es fundamental citar la siguiente frase:“… Monsieur Baruch se puso de pie, pero en realidad seguía tendido. Gritó, pero solo mostró los dientes, levantó un brazo, pero solo consiguió abrir la mano.” La anterior descripción está en el último párrafo de este magnífico relato donde se resume la impotencia existencial, por llamarle así, del Monsieur Baruch.
De esto se trata este cuento, de la impotencia existencial. Un concepto muy interesante que trabaja Julio Ramón Ribeyro en este relato. Acerca de los demás cuentos puedo decir que expresan, no tanto una sordidez urbana, sino más bien los encuentros del mundo rural y tradicional con el mundo progresista, pero que ni siquiera es industrial. Me refiero a los cuentos “El marqués y los gavilanes”, “Los moribundos” y “El chaco”. Son historias en las que está retratado el choque de la sociedad peruana tradicional y una tendencia modernista. Recuerda el concepto de «modernismo sin modernidad» enunciado en el trabajo Culturas Híbridas de Néstor García Canclini.
Julio Ramón Ribeyro se caracteriza por su literatura neo-costumbrista, neo-realista, la cual muestra de diversas maneras el mundo sórdido de la sociedad engendrada en el siglo XX. En este libro encuentro una relación, un parentesco, con Kafka y Borges, como lo sugieren algunos analistas. Pero no por la narración de algunos acontecimientos fantásticos, aunque Ridder y el pisapapeles tenga un acontecimiento mágico, sino por la caracterización de los protagonistas.
Los personajes de Ribeyro, me parece, son de un universo similar al de los otros dos escritores citados porque son muy «existencialistas», están reflexionando sobre su lugar en el mundo, y el escritor peruano logra transmitir estas cualidades sin apelar a extensos monólogos interiores como los que uno encontraría en novelas clásicas como “Crimen y Castigo” o “Por el camino de Swam”.
Ridder y el Pisapapeles y Los Cautivos son cuentos más autobiográficos – como si toda la literatura no lo fuera de alguna forma – y muestran a un Latinoamericano en Europa, en diversas circunstancias. Es cierto. Este escritor es sencillo, fluido, de “magistral sencillez” como califican su pluma. Una lectura muy recomendada.
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